viernes, 11 de septiembre de 2015

Bandera y capuchas.




[No era fácil ser adolescente en el chile de los 90s. Tenías inquietudes políticas pero la mayoría prefería la política de los consensos de la transición donde víctimas y victimarios se abrazaban para celebrar la maravillosa democracia. A fines de cuentas eran siempre las mismas familias que seguían siendo dueñas de todo, hermanos y primos que se peleaban entre sí por años pero después se volvían a reconciliar. No era fácil ser adolescente en el chile de los 90s. Lo que quedaba de resistencia a la dictadura y al capitalismo era asesinada o encarcelada… tampoco lográbamos entender las enredadas siglas de la cada vez más atomizada ultraizquierda… Decidir ser rebelde era ser huérfano de toda dirección política y militante… mirábamos con desconfianza también a algunos hippies que volvían del exilio diciendo ser anarquistas. No era fácil ser adolescente en los 90s, cuando toda la cultura de izquierda estaba impregnada de ese folclore de mierda desteñido, de zampoñas, bombos, charangos y guitarras, que veían como expresiones del imperialismo todo lo que fuera ruido de guitarras eléctricas, bajos y baterías, sea hxcpunk, metal o rock’n’roll en general… que era lo que más nos gustaba.]

-Y ahora que hacemo’? – dijo Vicho después de escupir el último amargo sorbo de “yugoslavo”. Así llamaban al brebaje que tomaban, mezcla de cerveza y vino blanco.
-Vamos a cachal si encontramo’ una we’a abierta!- respondió uno que se encontraba mas despabilado que el resto.
Corría el mes de septiembre de año 1993 en Santiago. Era una noche de ese regado mes y Vicho se encontraba chupando con sus amigos, en un populoso barrio de la capital. Eran pasadas las doce y al acabárseles el copete decidieron salir en busca de una botillería abierta o algún clandestino donde poder saciar su infinita sed. Al recorrer el barrio, un barrio de casa bajas y muchos sitios eriazos, vieron un gran trapo tricolor que colgaba del mástil de una de ellas. Envalentonado por el vino, Vicho, que era el más liviano, se subió arriba de los hombros del Kamon, el más corpulento de sus amigos. Se colgó de la bandera que cayó al suelo con mástil y todo. Se salvaron de que no les pegara en la cabeza o en otra parte del cuerpo pero provocó un ruido que despertó a los dueños de casa. Un gordito de rulos los salió persiguiendo con los restos del mástil, en piyama y con pantuflas de patas de tigre, por lo que nunca pudo alcanzarlos. Los vieron alejarse, escucharonse sus risas burlonas, brincando como babuinos en estampida.
         Aún estaban en el colegio y no les gustaba ningún deporte en especial. En cambio, una de las cosas que más les gustaba hacer era encapucharse. Eso que en ese tiempo era considerado una locura: salir a la calle a enfrentarse a los pacos con botellas llenas de bencina,acerrin y aceite quemado y prender neumáticos. No era cosa fácil, ni se podía hacer en cualquier lugar.  Sus gustos estaban lejos de ser el pasatiempo de una generación intoxicada en la estupidez de las nuevas ondas de la democracia. Lo de ellos era considerado fuera de lugar, de gente que se había quedado en el tiempo de la dictadura, que no correspondía en el nuevo país que de la transición que buscaba “cerrar heridas” y entrar de lleno en el siglo XXI. Era el país de los acuerdos, mientras en las canas se encerraba a lo mejor de la juventud, perseguida por los aparatos de seguridad ahora en manos de socialistas y demócratas cristianos, una evidencia más de que esa transición era una pura pantomima. La gente “alternativa” esperaba que ocurriera el famoso destape y que hubiera un gran auge cultural, cosa que nunca ocurrió. La mayoría de la gente estaba embobada viendo la basura que llegaba del país del norte. Sólo un puñado reducido compartía los gustos de nuestros amigos.
Unos días antes del 12 de octubre se haría una “salida a la calle” en unas de las pocas universidades donde aún seguían habiendo disturbios: El Pedagógico. Aquel día Vicho y Kamon se habían hecho la cimarra. Se fueron con ropa de cambio y con la bandera en la mochila en dirección al Peda. Sabían que si había algo que realmente hería la sensibilidad del común de la gente era tocar un sentimiento que alcanzaba a casi todos: el patriotismo. También, a su corta edad había entendido que la patria chilena se había levantado sobre el aplastamiento de otros pueblos y culturas, por lo que consideraba muy apropiado quemar una bandera tricolor para ese día en repudio a esa celebración pro blanca (en ese tiempo aun le decían el "dia de la raza", nunca se supo a que raza se referían). Llegaron a la esquina de Macul con Grecia, entraron al campus y se cambiaron de ropa antes de juntarse con sus secuaces. Todos ellos eran más grandes y ya habían salido de la secundaría y no todos eran universitarios, ellos eran los únicos que andaban con uniforme. Esto último les costaba la burla de sus mayores.
Comenzaron a juntar el material para salir a la calle: neumáticos, piedras, restos del mobiliario del campus y el tronco que servía para romper el muro que separa el campus de la calle Grecia. También, fabricaron molos y bombas de pintura. En ese momento de su vida aun no se atrevían a lanzar molos. Quizás por eso me preocuparon más del “acto simbólico”. Tenían la bandera guardada para sacarla en el momento adecuado, asunto que ya había sido conversada con el resto del grupo. Se asomaron por arriba del muro y se hacían señales con los que estaban en la facultad del otro lado de la calle. Hicieron el maldito agujero del muro, lo que les llevó un rato ya que la universidad se dedicaba a reforzar la muralla después de cada disturbio en que se hacia el famoso hoyo (Muro de mierda! con el tiempo comenzó a parecerse al que está en Gaza). Salieron a la calle e hicieron barricadas. Después de un rato, llegaron los pacos y la prensa televisiva y escrita. Comenzó el tira y afloja con la policía, mientras la prensa filmaba y sacaba fotos. Lacrimógenas y balines venían, molos y piedras iban.
En el momento en que estaba la tele filmando decidieron sacar la bandera y prenderle fuego. Antes de eso se había prendido fuego a una bandera yanqui y española, lo que había generado gritos antiimerialista e insultos anti 500 años. Cuando vino su momento rociaron de bencina la bandera chilena y cuando se acercaba el encendedor a la tela comienzan a increparlos un grupo que también estaba en las barricadas. Todos sus integrantes estaban uniformados bajo una capucha roja y negra muy bien cocida. En cambio, el grupo de Vicho y Kamon todos tenían capuchas hechas de poleras rotosas.
- ¡Es la bandera por la que murió Miguel Enríquez!- gritaba el que parecía el jefe de esa cuadro de pseudoguerrilleros. El resto también les gritaba cosas que no lograban entender.
Algún insulto irreverente se escucho de vuelta, junto con alientos para que le prendieran fuego de una vez y la cosa se armó.
Trataron de quitarles la bandera. Comenzó el intercambio de patadas voladoras y cachetazos entre los dos bandos. Por un lado estaban los capuchas bonitas y, por el otro, los capuchas feas. Bueno… para los pacos, la tele, y la gente que pasaba por el lugar, todos eran feos. Pero ganaron los capuchas feas y pudieron seguir con su acto de desprecio, sin antes recibir feroces amenazas que alumbraban fierros y la prohibición de entrar a un famoso barrio de izquierda, terminando con un “¡¡esto no se va quedar así!!”. La bandera en manos de nuestros amigos y ardió en pocos segundos. El bando de capuchas bonitas se replegó al lado por donde habían salido los que prendieron la bandera, por lo que no podían volver por ese lado ya que los otros estaban realmente enojados. Tuvieron que aperrar y cruzar la avenida Grecia hasta la otra universidad, cosa que no era tan fácil cuando disparan balines y lacrimógenas al cuerpo. Por suerte ese día salieron todos ilesos pero con más enemigos que antes.
Por la noche, ya en sus casas familiares, esperaban expectantes que apareciera lo ocurrido en las noticias. Sólo apareció una breve nota de disturbios provocados por encapuchados en las inmediaciones del ex pedagógico. La teleaudiencia no pudo ver ni la pelea, ni el acto iconoclasta de los adolescentes.





~El Conselheiro~

lunes, 17 de agosto de 2015

La última frontera, prólogo a “Los nuevos compadritos”.

A continuación le dejo el prólogo al último libro de relatos de Fernando Prim, que también viene con ilustraciones de Max Vadala y Emilio Utrera. Paso un buen tiempo desde que este prólogo fuera escrito hasta que apareció esta edición. TEM continúa con su incansable labor. Ya han aparecidos bastantes títulos, entre ellos el de afiches de Tomas Spicolli, proyectos de libros como los de Pablo Cosso, uno Nuevo de Rinaldelli, y próximamente se viene la reedición del Punk Rock (A) y tinta china. Espero poder tenerlos luego a disposición de este lado del cerro. 
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Este libro es la segunda colección de narraciones de Fernando Prim editada por Tren en Movimiento. Los cuentos de Fernandito, los que tienes en tus manos y los de “En la cancha se ven los pingos”, se acercan más a los relatos orales que a las “grandes obras” de estos tiempos, y ahí reside su grandeza. Los que tenemos la suerte de conocerlo y de haber compartido algunos litros con él, lo sabemos. Una persona que gusta de contar y de escuchar historias, que disfruta con cada modismo y juego de palabra. Es la narración por el gusto de contar y la lectura de estos relatos es, por supuesto, para complacerse.
Sus fuentes son las conversaciones de cualquier esquina, del kiosco o del vagón de cualquier tren de Buenos Aires. Historias que son protagonizadas por punkis, skines, rudies, heavys o cualquier contracultura que se desarrollara por estos pagos durante las últimas décadas del pasado siglo o comienzos de éste. También hablan del hincha que no pide nada a cambio de ir a alentar a su equipo y también de barrabravas que han hecho de la tribuna un negocio. De amistad, compañerismo, y de la alienación de algunos personajes que llevan al extremo ciertos pensamientos, mezclados con el uso y abuso de alcohol y drogas.
Algunos de sus relatos transcurren en las calles del Gran Buenos Aires, otros en provincias o en la pampa de la Argentina. Son en estos ambientes donde van creciendo y mutando sus personajes. Esa gran capacidad de mutación es lo que hace que uno simpatice con ellos. Donde sea que transcurran las narraciones, los ambientes serán lugares fronterizos, como los que en su tiempo fueron el arrabal –ese territorio que en algún momento fue el límite entre la ciudad y el campo– y que hoy los puedes encontrar en cada esquina, como un lugar de límite entre lo que llaman civilización y lo que se resiste a ella. La cancha es otra de esas zonas fronterizas y de resistencia a las arremetidas del neoliberalismo (en todas sus versiones) que ya ha hecho estragos en los grandes clubes y que amenaza con hacer desaparecer el futbol de ascenso. Mención especial merece el hermoso personaje de no ficción Darío Dubois: una loa a un rebelde sabatino. 
         Uno de los temas centrales que atraviesan estos relatos son las contradicciones que conllevan sus personajes: el adaptar ciertos cultos juveniles foráneos a la realidad argentina. Como la pandilla rocakabillis políticamente ambigua que toma por asalto un boliche emulando a uno de los últimos grupos armados de éste país, o el mod tucumano –hincha del club local San Martín– que se hace guerrillero en la sierra, o el bandido rural “cartón de vino”, un punki del cono urbano que en su locura alcohólica se aventura hacia la pampa para revivir antiguas historias de héroes al margen de la ley. Todos ellos representan esta unión paradójica, representado con un humor negro, delirio de personajes que buscan su tiempo y espacio chocando con la realidad.
Movimiento o culto juvenil, subcultura, contracultura, llámenlo como quieran según de donde miren. La lectura de éstas narraciones exige a los lectores el conocimiento de las distintas movidas juveniles –con sus músicas, cortes de pelo, vestimentas y formas de comportamiento– nacidas en las grandes metrópolis del llamado primer mundo y que fueron re-creadas (vueltas a crear) en la realidad del tercero. Todas pintadas con los colores de los pequeños clubes de barrio. 
¿Aparecerá la desopilante historia necrófila del petizo Roldán? ¿O el descenso de un dios nórdico mutante a algún parque de Capital? Si no aparecen, búsquenla en el fanzine “En la cancha se ven los pingos”… 
Miren bien antes de entrar en el mundo de Fernandito. Acá aparece el lenguaje en su crudeza vital, no encontrarán concesiones para el lenguaje aséptico de lo “política-mente-correcto”. El absurdo de la realidad supera al de la ficción, o mejor dicho, en este caso, la frontera de una y otra se diluye dejándonos en el espacio de lo posible inverosímil.

Tufo, Bs As, 2013.



más imágenes de las ilustraciones puedes ver acá:

viernes, 8 de mayo de 2015

EL SILENCIO DE LOS MONUMENTOS: BOLIVAR.


“Muchos políticos discrepaban, por ese entonces, con Bolívar, empezando por los realistas españoles y terminando por los federales venezolanos, por razones muy distintas e incluso opuestas. Pero lo interesante en su ›Carta de Jamaica‹ es hasta qué punto Bolívar discrepaba con Bolívar, el americano – por llamarlo así – con el criollo, el natural de las Indias con el oriundo de España, el aliado de los conquistados con el descendiente de los conquistadores, el paladín de la igualdad con el abogado de la superioridad blanca, el que denuncia la violación del jus gentium cometida por los invasores ibéricos y el que eleva las capitulaciones al rango de carta magna de la América española. Porque Bolívar no heredó de sus predecesores una narración u otra, sino las dos, apareadas, lo que vale tanto como decir que heredó una discrepancia.” Scavino Dardo, Narraciones de independencia, bs as 2010. P. 34-35.
  
A la deriva por stgo…


Caminando por el centro de stgo,( distraído pensando en todas las cosas que tenía que hacer durante los últimos días de abril) me encontré de pronto al medio de la plaza de armas, en el kilometro cero de chile… mientras estaba pendiente de como unos estudiantes protestaban frente a la municipalidad de stgo, me percaté de que estaba frente a la estatua a simon bolívar. Nunca antes la había visto, o mejor dicho nunca le había tomado atención. [Me recordó de esa pomposa canción con la que traumaron mi infancia y adolescencia, esa que decía:“simon bolívar, simon… nació de su venezuela…” creo que la cantaba intiillimani o alguna de esas]



El silencio de los monumentos


ella exhibe la imagen de dos mujeres, una que esta semiagachada, de torso desnudo, vestida con plumas que cubren sus caderas y cabeza, la otra, vestida como si fuera una mujer romana (o sea como aparecen en las películas de roma), con algo en la mano que podría ser una antorcha, aunque no tenia ninguna llama o algo por el estilo. una representa a América y la Otra a la libertad, al menos como la representan en pinturas después de la revolución francesa. Según algunos exegetas ocasionales dicen que representa la liberación de américa (la mujer de plumas) del yugo hispánico. la mujer romana, que lleva eso que parece antorcha en la mano, sería la liberadora que ilumina con su antorcha (que esta apagada) el camino a la subyugada mujer emplumada, pero pareciera más bien que le va a pegar con el palo que tiene en la mano.




abolidos ornamentos de trivialidad sonora.


abajo hay una imagen de bolívar, con gorro frigio incluido, rodeado de cañones, banderas, lanzas (europeas) y cuanto adorno militar le cupo al escultor que hizo el sobrerrelieve. Interesante es también la águila que aparece por detrás… águila imperial. Toda una estetica de guerra: la revolución francesa traída a punta de cañon…




El sueño…
me hizo pensar en eso que llaman el sueño bolivariano, eso que dicen de la patria grande, esa presunción que viene de comerse un relato que piensa que la única forma de combatir el “imperialismo yanqui” o el que sea es logrando la tan mentada unidad latinoamericana.

…de la razón…
los monumentos, los nombres de las calles y otros elementos del paisaje urbanísticos son también parte de lo que algunos llamaron aparatos ideológicos del estado (al igual que la escuela, la prensa, los pacos, los milicos, las cárceles, etc…), aquellos que son encargados de transmitir una ideología que unifica un territorio, que aglutina una cultura, que da identidad a una sociedad.

engendran monstruos.
se imaginan un mega estado latinoamericano? Si ya la tenemos mal con estos estados pedorros esparcidos por el territorio americano; si ya la represión, la sobreexplotación de la tierra y la humana, el vaciamiento cultural, la corrupción, el endeudamiento y muchos otros problemas son insoportables con estos "estaditos" (que ya territorialmente son moustrosos)… ¿se imaginan con un mega estado latinoamericano? De sólo pensar que clase política lo dirigiría ya me entra un escalofrío por el pescuezo. 
     
    hay que entender que los estados modernos promovidos por “próceres” como bolívar, son productos del iluminismo que se impuso en el mundo después de la revolución francesa, la revolución de la burguesía. es un pensamiento europeo, que no significó ninguna liberación de la explotación para nadie, sino la imposición de una forma de pensar racional, que no acepta ninguna forma de pensar o forma de vida, que no sea la que se ajuste bajo los principios del modo de producción modernos. la nueva religión continuó el trabajo que habían comenzado los misioneros católicos, exterminando pueblos y culturas para imponer el actual orden de las cosas. El sueño bolivariano no es antiimperialista como muchos lo piensan, es la razón europea, es el imperio.   




El Conselheiro

jueves, 2 de abril de 2015

Citas: historia


“Articular el pasado históricamente no significa descubrir el "modo en que fue" sino apropiarse de la memoria cuando ésta destella en un momento de peligro” (Benjamin, W. Tesis Sobre el Concepto de Historia, VI).




“convencido de que todo aquello que constituye la actividad histórica del hombre es una unidad, que el pensamiento es una unidad, veo en la resolución de cualquier problema cultural la resolución potencial de todos los otros, y entiendo como útil acostumbrar los intelectos a captar esa unidad en el múltiple aspecto de la vida: acostumbrar a la búsqueda orgánica de la verdad y de la claridad, a aplicar los principios fundamentales de una doctrina a todas las contingencias”. (Gramsci, A. La lengua única y el esperanto).