domingo, 14 de julio de 2019

¿A quién xuxa le importa Japón en el 68? Barricadas a-go-go! X Julio Cortés


   Este texto lo he tenido 4 veces en mis manos. La primera fue hace más de un año que Cortés me lo mando en pdf. No le dí mucha bola porque estaba leyendo cosas de otro ámbito más local. Quizás reencantado con malalche, la banda electrónico del tabo, dueño y señor de la legendaria disco beat de san diego en santiago, referencia inevitable de todo melómano de origen proletario. Quizás porque leer sobre lo que pasaba en la isla asiática durante el 68 me parecía algo muy exótico. El asunto es que después tuve la primera edición de 1-2-3-4, que leí con entusiasmo y paso a ser por una semana mi libro preferido en el bolso que me acompaña a diario desde hace unos 5 años (gracias a Vic). Perdí ese libro posiblemente en el transporte público de la X región. Luego me lo regaló julio la última vez que lo vi en Valdivia, pero lo perdí ese mismo día no sé si en el pogo inspirado escuchando a Argh! de Temuco o en el bus de vuelta al Melipulli. Me lo volvió a mandar su editor en argentina, Natural de Tren en Movimiento ediciones (ya a esta altura me daba vergüenza pedírselo de nuevo al autor), mi editorial amiga y amigo también Natural. Supongo que esta tozudez por tener este libro dice algo de la importancia que tiene. Pero no es el momento de hablar del libro sino del texto “barricadas a-go-go!” que es el capítulo 1 de él. Lo primero que diré de barricadas -de la intención de escribir sobre un periodo en un territorio en particular- y de la escritura de Cortés en general son la importancia que hay en las  digresiones que hace en su recorrido. En este caso nos llevan desde parís del 68, a chile, al congo, a Argelia, a argentina, a eeuu, a korea del norte, Vietnam… etc; pasando por distintas épocas; recuerdos familiares; lecturas; discos y Peliculas. Un conocimiento que algún inepto podría decir que es enciclopédico, pero que es demasiado caótico para ser denominado como tal. Un  caos de información pero muy bien manejado para ser presentado como un posible marco teórico de cualquier investigación de cualquier movimiento musical, artístico o político de los últimos 50 años, desde un punto de vista antagónico claro está.
   Pero que se/sabemos de Japón? Las bombas atómicas que arrojaron los yanquis en Hiroshima y Nagasaki; que tienen un modo de producción denominado Toyota (así como ¨los gringos tiene el modo Ford), que obliga a sus trabajadores hasta hacer informe de sus vacaciones (por eso es que los japoneses siempre se ven sacando fotos, porque tienen que llegar a contar lo que hicieron a la empresa); del hxcpunx conozco a G.I.S.M, Gauze, death side, the stalin; del rock más experimental, a Boris (si no me equivoco el nombre es por la primera canción del bullhead de Melvins); del metal, los incomparables Sabat; y como voy a dejar de nombrar la oscuridad de Corrupted. En general respecto a los dos primeros hechos nombrado podemos hacernos una idea de cómo debe haber sido vivir en el Japón de posguerra. Y viendo lo que sé sobre Japón es muy poco respecto a la generosa información que entrega Barricadas A-go-go!
   El artículo comienza con el subtítulo “apuntes sobre la escena musical japonesa de 1968 a 1977” [1], periodo que ha sido llamado por algunos el segundo asalto del proletariado durante el s. XX (el primero fue entre 1917 y 1923). El propósito del texto es claro: un “intento de aportar a una reconstrucción del ambiente revolucionario de esos tiempos, centrándose en Japón, con su tormenta de feed-back y barricadas a-go-go, empleando el concepto de “escena” que integra y supera la distinción entre arte y política”. Como dijimos, se parte con una suerte de marco teórico, en que se expresa el sentido de hablar sobre este periodo histórico en cualquier rincón del planeta, desenmascarando a los falsificadores o revisionistas de la historia (hoy a esto le llaman “posverdad”, que no utilizo porque no me simpatizan las palabras que comienza con el prefijo “pos”) que hablan del 68’ francés, como “el mayo de los estudiantes”, en una lectura que ignora u oculta “la huelga general [y] salvaje de más de 10 millones de trabajadores, llevada adelante en contra del aparato del partido “comunista” Francés” (cortés, p. 26). En este punto aclara en nota a pie de página que utilizará la palabra comunista entre comillas cada vez que se refiera al infame partido ya que comunista “es quien lucha por la sociedad sin clases y sin Estado”, no quien pretende “gestionar la sociedad de clases desde el Estado”. Acá está la clave para entender el movimiento revolucionario que se vivió en dicho momento a nivel planetario, un movimiento en contra del capital y la burocracia, sea esta socialdemócrata o estalinista. Es decir, debemos entender que no existe una oposición real al capitalismo sino se cuestiona también a los que pretenden adueñarse del Estado para gestionar la sociedad, por muy antifascista, antirracista, progre o integrador que se presenten sus programas[2]. No esta demás decir, que tanto el capital y el Estado son dos caras de un mismo fenómeno, el primero referido a las relaciones netamente económicas y el segundo como regulador geopolítico, pero que se necesitan uno al otro.
   Después de este largo y delicioso periplo por la historia, teoría política y del arte entra derechamente en lo que es Japón en dicho periodo entendiendo que “al estudiar la historia de cualquier movimiento histórico hay que partir por entender el contexto global de cada época, y luego insertar ahí los distintos procesos y fenómenos que se dan a nivel local (pues podemos considerar que en rigor nada es local y todo es global. Y viceversa. Los análisis que hacemos van siempre en una u otra dirección, hasta poder estar en condiciones de llegar a reflexiones o conducciones más generales. Y proseguir así, hasta el nuevo intento de síntesis)” (Cortés, p.38) ¡Una excelente definición de dialéctica! Acá comienza a hacer una revisión de los grupos artísticos y políticos que comenzaron a agitar la sociedad nipona. Se refiera al movimiento MAVO, que fue más o menos el equivalente a DADA en Japón en el periodo del primer asalto proletario, nombrándolo como el antecedente de lo que ocurriría en el periodo del segundo asalto del proletariado. Refiriéndose a ese momento se explaya sobre el grupo ZENGAKUREN, que bajo la consigna “anticapitalismo, antiestalinismo” revolucionaban el ambiente oponiéndose a la sociedad de su tiempo de lo que nos quedan las imágenes de ellos intentando detener la construcción de un aeropuerto con cascos y molotovs (creo que es esta secuencia la que nos quedó dando vueltas desde los 90' y la que inspiró el título de este texto). Acá se hace referencia a libros y otros documentos, como películas, que tratan sobre este movimiento. No haré referencias explícitas a ellos ya que para eso está el texto que estoy comentando.
   Luego habla de lo musical, sobre la importancia que tuvo en Japón la influencia de bandas como Blue Cheer, que nunca fue muy valorada en el ámbito comercial (Quizás un poco estos últimos años con la proliferación de bandas stoner o sludge metal, que intentaron emular el sonido de los 70s y los acordes disonantes de esta banda). O la importancia de el gran saxofonista Albert Ayler, otro que tampoco tuvo mucho reconocimiento en su tiempo, salvo por Coltrane que de alguna forma lo apadrinó, o mejor dicho lo reconoció y se sintió influido por él, lo que queda plasmado en su último periodo creativo. Ahhh… no debemos olvidar nombrar también a Yoko Ono, que no fue tan pelotuda como la hacen aparecer los medios hegemónicos. A propósito de esto otro dato interesante: durante el año 66 visita la isla asiática, tanto Coltrane como los Beatles, y ambos dejaron huella, imaginen que pudo salir de eso. 4 años antes lo había hecho el compositor y filósofo John Cage, creador que daba importancia a la performance, la improvisación, el ruido y el silencio. Y Bueno… la cultura japonesa también influenció en gran medida a la cultura occidental[3].     
   Terminaré esta referencia sólo hablando de las bandas en que Cortés se detiene: por una parte dos bandas de rock, los Flower Travellin’ Band y les Rallizes denudés; por otra, en el ámbito del free jazz, la figura del guitarrista Masuyaki Takayanagi. Sólo puedo decir que lean este artículo, si es posible también los libros a los que se hace referencia (alguna vez Cortés me presto el libro “la izquierda revolucionaria en el Japón” de Bernard Béroaud, absolutamente recomendable, y si alguien lo tiene y lo quiere regalar o vender que me contacte), vean las películas y videos en el tubo. Pueden Leer Barricadas como texto individual o en el libro 1-2-3-4. Lo último que puedo decir es que la pluma de Cortés es prolífica, arriesgada, certera y que esta tendencia a caer en las disgreciones es una delicia… No puedo dejar de recordar las palabras de Walter Benjamin, refiriéndose a la lógica de la crónica: “nada de lo que pasó alguna vez debe ser considerado como una perdida para la historia”. Lo iba a poner de epígrafe pero lo puse como conclusión. 
   "Barricadas A-GO-GO" fue editado como librillo por Excurso 2&3Dorm y lo pueden leer acá: http://www.dosytresdorm.org/BARRICADAS%20AGOGO_Lectura.pdf
   También lo pueden leer en argentina en el libro 1-2-3-4, editado por Tren En Movimiento Ediciones.



[1] Reconozco que el concepto de escena siempre me ha sido odioso, sentimiento que me viene del tiempo de los recitales hardcore punk, cuando un sector quizo separar el termino entre hardcore y punk quedándose solo con la primera palabra y hablaban de “escena hardcore”. De ahí escena siempre lo relacioné como algo que era una representación más que algo que realmente fuera vivido, representación como presentación de algo ausente o de volver a hacer presente algo ¿lo que hacían los pelotudos en NY o california? No lo sé. En este caso Cortés vuelve a revitalizar en el término anclándolo a la posibilidad de una integración (en oposición a la separación capitalista).    
[2] Para profundizar esta discusión sugiero la lectura del texto “Fascismo / antifascismo” de Gilles Dauvé, editado en este territorio por la editorial Pensamiento y Batalla. Ahí nos dice: “tanto la dictadura como la democracia se proponen fortalecer el Estado, la primera como cuestión de principios, la segunda para protegernos –acabando con el mismo resultado. Ambos trabajan por la misma meta: el totalitarismo. En ambos casos es cuestión de obligar a todo el mundo a participar en la sociedad ‘de arriba abajo’ para la dictadura, ‘de abajo arriba’ para los demócratas’”.  
[3] Un ejemplo de esto fue el libro “El imperio de los signos” escrito por el semiólogo franchute Roland Barthes, un texto considerado un clásico en esta disciplina y que habla de la cultura japonesa desde el punto de vista de la ciencia que estudia los signos.