para
Kuga
Corrían los 90s en chile, a medio camino
entre los milicos y los servicios de inteligencia de la transición democrática. Muchos de nosotros dividíamos el tiempo
entre el colegio y las horas libres, el tiempo que teníamos para hacer lo que
queríamos a la medida de lo que podíamos, es decir, patear calle escuchando
cintas mal grabadas, de quinta generación: algo de metal sucio, oscuro,
endemoniado y perverso; o punk rabioso, palabras agudas, mordaces y ritmos
acelerados que tenían el encanto de algo que se podía cantar, corear y
recordar mientras empinábamos botellas, cartones, vasos y bidones. Música que
conseguíamos e intercambiamos de manera ritual y que devorábamos con oídos
ávidos de adolescente desencantado y citadinos, pobres de un folklore propio,
buscando canciones donde encontrarnos, representarnos… entre Venom y Eskorbuto…
pasados a marihuana y copete rancio. En medio de una urbe triste, de pasado
sangrante y presente violento, grisácea y hostil... así lo recuerdo yo.
Bastante lejos de esa realidad, con un
océano y dos mares de por medio, en un ambiente natural mucho más amable, algo
parecido le pasaba a unos jóvenes de un pequeño poblado en Croacia, perdidos en
el bosque, con la nieve hasta el culo y pasado de aguardiente. Se debatían
entre la pesadilla de la guerra y las miserias locales. Buscando generar algo
en un lugar donde no salía mucho más que queso y vino campesino, de ese que
medio ciego te deja, de lo que también se podía culpar a las costumbres
endogámicas locales, como una constante cultural. La movida local, en cuanto a
música se refería, era inexistente así que se la debían crear ellos mismos. Así,
con los oídos quemados por Doom y Partisans, nació INTOXICATED, un grito rabioso
y fugaz que dejo su marca y levantó la bandera negra que PATARENI había llevado
por aquellas tierras como grito de guerra. Bajo sus propios términos, cito
palabras de la banda, “Intoxicated fue una banda clásica de crust de sonido
sucio y oxidado. El alcohol, el pegamento y la hierba fueron nuestra
inspiración. No tocábamos bien pero disfrutábamos y creíamos lo que hacíamos,
punk gritado de tres acordes. La decadente e irresponsable forma de acercarnos
a la música termino con la banda”.
Pero su herido plantel continuó ensayando,
madurando influencias y, definitivamente, aprendiendo a tocar. Engendraron un
nuevo proyecto, ya más reposado en cuanto a composición y dejando entrever las
influencias de su entorno, su mitología y la cantidad de setas que tragaban
cada otoño. Así, con un sonido más cercano a Bathory, nace el concepto J.W.
POZOJ. Creado colectivamente entre amigos y psicópatas locales, nada tenía que
ver con el Black Metal Noruego ni sus conceptos de superioridad derivados de un
abultado cheque de desempleo dado por el Estado de bienestar, ni con los problemas personales de aquellos que
se autodenominan misántropos y viven buscando el flash de la cámara que perpetúe
sus fachas de osos pandas cubiertos de ketchup. Pozoj suena a vida, a creación,
a energía, a muerte y renacimiento, a bosque profundo y noche estrellada, a
naturaleza y a historias paganas de tiempo antiguos, traídas por el viento que
corta la montaña donde reposa Samobor. Cuenta la leyenda que un gallo pondrá un
huevo negro, el cual un hombre debe llevar bajo su brazo (asobacado, digamos)
por 10 años, luego de lo cual nace POZOJ, una serpiente emplumada, un demonio
medio gallo mitad dragón. Nuevamente cito la banda para explicar su visión de
la música, “tocamos bajo este nombre y usamos símbolos del ciclo de la
existencia, incluyendo el personaje Pozoj, nacimiento, crecimiento, desarrollo,
muerte, como un paralelo al desarrollo musical. No significa que estamos
hablando directamente de mitología o promoviendo historias de dragones… las
nuestras son canciones de amor directo hacia la divinidad de la naturaleza, en
un sentido filosófico más que uno religioso. El nacimiento de Pozoj, la
representación simbólica del ritmo del tiempo en su inicio, ciclos naturales en
el sentido del cambio del clima y los fenómenos naturales. Escape de Pozoj,
salida del estado inicial del ser, el punto alto de la fertilidad y del
crecimiento de la naturaleza que satisface sus propósitos, crecimiento,
floración, maduración, terminando en la muerte representada por la llegada del
invierno. Retorno de Pozoj, vuelta del reino de la muerte para plantar la
semilla de un nuevo ciclo. En la narraciones originales las batallas divinas
son algo inherente de todos los mitos paganos populares, hay variantes
evidentes, pero los factores místicos son un tejido común sobre el cual nos
basamos”.
Sea como sea, de mucho que lo pensaron,
las horas de ensayo y estudio, en el garage de su propia casa, y las ralladas
personales y mentales de tanta mitología y bebidas espirituosas, lograron
generar un sonido rico, inquieto pero constante, que no se pierde en la
búsqueda, sino que da luces de lo que encuentra. En el primer disco, Birth of Pozoj, se aprecia claramente el
potencial de esta gente, su visión y convicción, su amor por la música que
ejecutan. Pero, bajo mi opinión, es en su segunda entrega -nada personal
Domagoj- Escape of Pozoj, donde todo cae en su lugar. Están afiatadisimos y la
existencia de las canciones se percibe como un capítulo de un mismo libro, son
inseparables, no puedes tomar una y sacarla de su contexto. Cuando escuchas y reescuchas
el disco viajas con él, lo sientes y caminas al lado en ese viaje, en el
escape, en el paso firme que denota cada acorde, cada beat de la batería
perfectamente ejecutado, de las voces y sus variantes y de las cadenas montañosas
por las cuales pasan sus guitarras. Pasas de la calma llana a la afilada cumbre
de unos riff endemoniados y cortantes acompañada del certero embate del bajo. Este disco
destroza la discografía de muchas bandas americanas de esas que se han clasificado
bajo el pomposo nombre de Atmospheric Black Metal y los manda de vuelta a sus
sillones a mirar el Facebook y llorar por nunca haber tenido calle, por nunca
haber odiado de verdad, por no tener nada de punk, ni de conciencia social,
requerimientos imperativos para alcanzar una global, más aun universal, convicción
de la propia vida como ciclo. Pozoj está lejos de esas bandas que aspiran nada más
que a la superproducción de sus discos. Esta gema del 2009 brilla y no se
apaga, chorréa elocuencia y elegancia, mantiene el espíritu simple del punk
honesto y no tiene desperdicios de arreglos, ni pachotadas del tipo lobos en
tronos, ni cinturones de balas comprados por Ebay. Es pura verdad y dedicación,
una muestra de lo que el ta manoseado DIY puede llegar a hacer cuando no se mancha
de autolimitación ni pretensiocidad. IMPERDIBLE.
Solo falta esperar lo que preparan por
estas fechas. Están regrabando su primer disco y cerrando la composición del
Retorno, el cierre del ciclo. No hay apuro ninguno para los barbaros ni para
los paganos. El tiempo no corre de la forma moderna, al ritmo del dinero ni las
entregas a plazo fijo.
Baja el disco Escape of Pozoj
Pozoj en su madriguera:
chuuchaaa !! justo algo de lo q` hace rato andaba con ganas de escuchar. gracias x el dato.
ResponderBorrarDisfrútelo y sigue escribiendo al blog para saber lo que les parece lo que se va publicando. Salute
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