martes, 8 de octubre de 2013

La animita del jovino


  
             Lo vi royendo huesos con restos de carne en descomposición. Decían que golpeaba a su madre y que vivía solo con su perro. Arrastró su carretón tras su cuerpo tambaleante hasta donde se encontraba la torre de alta tensión. Teniendo como arma un atornillador subió hasta los cables. Al momento de recibir la descarga eléctrica su cuerpo, envuelto en convulsiones, voló hasta el suelo donde la cabeza estalló como un enorme huevo arrojado contra la muralla. Nadie escucho ningún grito. Ni el viento de septiembre, ni la certeza de tomar gratis lo detuvieron. No aguantaba más el zumbido en su cabeza. Las viejas que iban a comprar el pan se detuvieron a mirar sus sesos desparramados por el suelo. De vez en cuando un compañero de botellas le prende una vela y le arregla la animita.



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