Así el bárbaro hace ultraje
al indomable coraje
que abatió su alevosía;
y su rencor todavía
mira, con torpe placer,
las cabezas que cortaron
sus inhumanos cuchillos,
exclamando: -"Ya pagaron
del cristiano los caudillos
el feudo a nuestro poder.”
al indomable coraje
que abatió su alevosía;
y su rencor todavía
mira, con torpe placer,
las cabezas que cortaron
sus inhumanos cuchillos,
exclamando: -"Ya pagaron
del cristiano los caudillos
el feudo a nuestro poder.”
“La cautiva” de Esteban Echeverría.
Hace
algunos días recorriendo en bicicleta la zona de recoleta de la ciudad de
Buenos Aires, llegue frente a la puerta de un edificio de color violeta. Su
entrada estaba entre grandes columnas al estilo griego. Era el Museo Nacional
de Bellas Artes. Como no había que pagar, aseguré mi bicicleta con el candado
de U y entré. Ahí se puede apreciar obras de artistas argentinos como de otras
partes del mundo, contemporáneos y más antiguos.
Al recorrer las diferentes salas me llamo la atención la numero 24 donde se exhiben cuadros de finales de siglo XIX en Argentina. En ella habían diversos obras de la época que representaban distintas escenas: “la sopa de los pobres” donde aparecen unos ancianos alimentándose en la calle; una escultura de una cabeza de un afro descendiente llamada “cabeza de esclavo”; una mujer levantándose por la mañana, el cuadro se llama “el despertar de una criada”; una pareja famélica al interior de una casa y donde el hombre golpea la mesa que se llama “Sin pan y sin Trabajo”; y, al centro del salón, el cuadro que más me llamo la atención: “la vuelta del malón”. Causa bastante impresión por su tamaño y lo que representa. Aparecen un grupo de hombres morenos y con pelo largo cabalgando como queriendo salir del cuadro. Uno de los que aparece en primer plano lleva a una mujer desmallada, vestida sólo con una tela que le cubre de la cintura hasta las rodillas, dejando en descubierto sus senos... Su blancura contrasta con la piel oscura de sus captores. Además lleva la cabeza de una hombre con barba amarrada a su montura. El otro cabalgante que está en primer plano lleva una cruz en alto, enseñándola como trofeo de guerra; además, lleva el cáliz y otros objetos de la liturgia católica atados a su montura. En la esquina derecha del cuadro aparece otro hombre con una maleta y otros elementos que parecen de una escribanía. Otro va revoleando un incensario. El resto va con sus lanzas alzadas, como si fuera una señal de triunfo. Lo primero que se me vino a la cabeza fue una película que me encantaba cuando era niño y que se llamaba “Conan el bárbaro”. En este caso, los protagonistas del cuadro eran más morenos que Arnold Schwarzenegger, actor que protagonizaba la película, pero también representaban a “bárbaros”. También pensé en alguna carátula de la banda de metal Manowar y su imaginareo de guerreros sanguinarios... Sabía de la existencia de este cuadro pero nunca lo había visto en directo. Un amigo me lo había comentado, pero no había tenido la oportunidad ni la intención de ir al museo.
Esta
obra de Ángel Della Valle
“es quizás una de las más significativas desde el punto de vista del mensaje
que quiere transmitir. La
vuelta del malón
(1892) describe el regreso de los indios con el importante botín,
destacando su salvajismo y la barbarie sin límites. El artista parece definir
ese botín y nos hace una enumeración para alertarnos: la cruz, el cáliz, la
vestimenta del sacerdote, la Biblia, las cabezas de las víctimas, la valija,
los caballos y, sobre todo, la presencia de la mujer blanca cristiana –la
cautiva- indefensa y robada por el indio. Esta imagen de la cautiva,
desarrollada en la literatura por Esteban Echeverría, fue tema de algunos otros
pintores. Aquí, claramente el pintor está haciendo una obra de propaganda: la
barbarie identifica al indio, la civilización a la víctima, es decir, al hombre
blanco. A varios años de finalizada la llamada “conquista del desierto”, la
obra intenta rescatar del pasado el tema del malón para justificar la masacre
de los indígenas a manos de los blancos.” Me llamo la atención al leer este
texto, aparecido en internet y dirigido a escolares, la facilidad con que
utilizaban la palabra “indio” para referirse a los sujetos representados en el
cuadro que claramente son indígenas que habitaban la argentina, antes que
llegaran los europeos: mapuches, tehuelches, pampas, quilmes u otras etnias. Es
sabido que para un mapuche una de las palabras más ofensivas es ser tratado de
“indio”, no por renegar de su etnia, sino que porque, entre otras cosas, los
indios son de la India y no del territorio donde él y sus antepasados viven,
por eso era incorrecto llamarles así. Por otro lado, la palabra “indígena” está
demasiado emparentada con la palabra “indigente” y ese concepto también es
erróneo para denominar a los pueblos originarios ya que lo relaciona
directamente con la idea de pobreza. No es casualidad -y volviendo al interior
del museo- que el cuadro al que referimos este entre dos obras que representan
la pobreza y la miseria, y, además al lado de una escultura llamada “cabeza de
esclavo”. Por la disposición de los cuadros y por lo que representan, se
relaciona indigencia, pueblos originarios y esclavitud. Supongo que a la “alta
cultura” le acomoda esta relación de significados. En el texto escolar se
reconoce, al menos, que los pueblos
originarios (utilizare este término por ahora por ser el menos erroneo, desde mi
punto de vista) fueron víctimas de una masacre en lo que en la historia de
argentina se denomino “La Campaña del Desierto” y en la historia de Chile
“pacificación de la araucanía”. No manejo mucho la historia de Argentina, pero
si sé lo que tiene en común con la historia de Chile: el hecho que después de
su independencia ambos países enfrentaron con sus ejércitos a los pueblos mapuche
y tehuelche que vivía al sur de sus territorios.
Según una enciclopedia que pude ver días después, Ángel della Valle nació el 10 de octubre de 1855, Buenos Aires. Fue un pintor argentino de la Generación del '80 que marco el realismo pictórico. […] Hijo de una familia de inmigrantes italianos, su padre construyó edificios en Buenos Aires por encargo de Juan Manuel de Rosas. […] A la edad de 20 años viajó a Italia para perfeccionarse en la técnica de la pintura al óleo, ya que en el Buenos Aires de 1875 no existían academias de arte, sólo maestros que enseñaban la técnica de manera particular. Se instaló en Florencia, donde estudió con el maestro Antonio Ciseri”. Al parecer, el hombre era un buen civilizado europeo que creía que estaba cumpliendo con un deber con la humanidad: ayudar a terminar con la barbarie aplicando toda la técnica adquirida en el viejo continente representando un cuadro propagandístico a favor de la Campaña del Desierto. Cave señalar que este cuadro fue expuesto durante esos años en el mostrador de una importante ferretería de la avenida Corrientes. Pero, Angel... ¿conocía a los bárbaros que pintó o sólo se dejo llevar por el pensamiento de su tiempo? La escena del malón y en particular “el rapto de mujeres blancas por parte de los indígenas, llegó a adquirir en el siglo XIX el valor de un símbolo relativo al conflicto entre blancos e indios, entre hombres ‘civilizados’ y ‘bárbaros’. Esta dinámica de identificaciones y antagonismos (en la que el Otro fue el indio, el gaucho o el inmigrante) parece haber tenido una significativa gravitación en la conformación de identidades subjetivas en términos de nacionalidad.” Decía en otra página de internet. En mi estadía en Buenos Aires he podido percatarme como esta dicotomía que considera al otro como “bárbaro” vive hasta hoy en día en palabras como “cabecitas negras”, “indio” o “negro”. Una vez escuché a un amigo de un amigo que se quejaba porque en un concierto del cantante inglés morrisey le habían vendido un agua que en su interior venía con restos de pasto y decía: “esto es una negrada típicamente argentina”. Por suerte, nunca creí en eso de que los amigos de mis amigos son mis amigos.
Históricamente un malón era “una táctica militar de diversos pueblos indígenas, como los mapuches, que consistía en un ataque rápido y sorpresivo de un nutrido número de guerreros contra un grupo enemigo, ya fueran parcialidades mapuches enemigas o poblaciones y fortificaciones de españoles o criollos ("wincas") en Chile y Argentina, con el objetivo de obtener ganado, provisiones y prisioneros, sobre todo mujeres jóvenes. Para idéntica actividad realizada por españoles contra indígenas en la época colonial se reserva en estos países el término maloca”. Es decir, la rapiña, no era una actividad que era privativa de los “incivilizados”, también la hicieron los españoles y después el glorioso ejercito argentino al consolidar su nación. Los últimos año y aun hoy lo siguen haciendo, de maneras "más civilizada" (ahora tienen electricidad) con sus propios compatriotas que consideran incivilizados.
El detalle que más me llamo la atención dentro del cuadro es la posición de mujer que parece una Venus renacentista dormida, que a pesar del movimiento en que están representados los cabalgantes, parece que va cómoda en los brazos del “salvaje”. Incluso, si lo sacamos del contexto de “barbarie”, podría decirse que hacen una linda pareja. El mozalbete la lleva con agilidad sosteniendo su espalda con el mismo brazo con que conduce a la bestia. En la otra mano lleva su lanza que por su posición pareciere que protege a su prisionera. La hermosa hembra, pálida como las perlas, apoya su cabeza en el hombro del galán. La tela de seda blanca que cubre su cuerpo cae con elegancia cubriendo su vientre sobre el que se juntan sus manos. Quizás se sentía cómoda de haberse liberado de esos vestidos de cuellos altos y de talles ajustados y de la exagerada amplitud de la falda –con varias enaguas- que se alargaban hasta el piso, de esos peinada con rulos ridículos o vuelos que caían desde la nuca. Quizás recordaba en pesadillas esa vida donde la obligaban a arrodillarse frente a un dios crucificado, encerrada en un frio templo regenteado por oscuros hombres que le hacían repetir una y otra vez: “Ave María, grátia plena; Dóminus tecum: benedícta tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui Jesus. Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.”. Quizás esperaba despertar pronto y comenzar otra vida, rodeada de la grandeza de la pampa.
junio 2012
Excelente Tufo !!
ResponderBorrarsiempre me diò algo de envidia- nostalgia(?)la escena.(ojo!: el lugar del indio)
ResponderBorrary aùn hoy se pueden ver(cierta vez vì un kartel en la ruta y me hizo flashear tannto)los kaminos(ke muchas hoy son ruta viales!)ke usaron los mapuchesss......... http://norbertomollo.blogspot.com.ar/2013/04/xxix-encuentro-de-historia-de-los.html
ResponderBorrargracias nahuel!
ResponderBorrardesgraciadamente en argentina aun no se reconoce al pueblo mapuche, sino que al contrario, se tapa todo bajo explicaciones absurdas. Se a creado una metafísica sobre el debenir de los pueblos originarios. Un poco los textos que estoy subiendo tratan de derrumbar todo el discurso que el poder a creado sobre ellos como si fueran ajenos, los otros...
uh!.. le errè kon la pegada del enlace, solo kerìa poner esta foto http://www.google.com.ar/imgres?um=1&client=firefox-a&sa=N&rls=org.mozilla:es-AR:official&hl=es&biw=1360&bih=624&tbm=isch&tbnid=7vfdBJIzV273rM:&imgrefurl=http://norbertomollo.blogspot.com/2013/04/xxix-encuentro-de-historia-de-los.html&docid=cWAc5Hyz4VfxYM&imgurl=http://3.bp.blogspot.com/-qF_uDIa-E3w/UWrMFQ60pKI/AAAAAAAABgU/hYCCt9F-xPw/s400/Selecci%2525C3%2525B3n_079.jpg&w=872&h=673&ei=Fkr9UcSSJIOoiQKLw4C4CA&zoom=1&ved=1t:3588,r:30,s:0,i:175&iact=rc&page=2&tbnh=187&tbnw=222&start=17&ndsp=25&tx=123&ty=124 . sì,y todavìa sigue siendo un problema en mucha gente de los pueblos originarios el no hacerse kargo de su propia identidad, orìgen, raìces. la negaciòn o la indiferencia hacia el autorekonocimiento de la propia sangre (kreo yò) serìa el primer problema a resolver..
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