Una nueva forma de entender el materialismo lejos del paradigma positivista. La historia no es una sucesión de acontecimiento uno tras otro...
"Iberall fue tal vez el primero en visualizar las grandes transiciones de la historia – la transición de cazadores-recolectores a agricultores, y de agricultores a pobladores de asentamientos urbanos – no como un avance lineal en la escala del progreso sino como el cruce de umbrales críticos. Más específicamente, así como una sustancia química puede existir en varios estados distintos (sólido, liquido, o gaseoso) y puede cambiar de un estado estable a otro en puntos críticos de la intensidad de temperatura, así las sociedades humanas pueden ser vistas como un “material” capaz de sufrir cambios de estado en puntos críticos de la interacción social. Iberall nos invita a visualizar a los grupos de cazadores-recolectores como partículas de gas, en el sentido que tales grupos vivían distanciados unos de otros y solían interactuar raramente y de manera poco sistemática. Cuando la humanidad comenzó a cultivar cereales y la interacción entre seres humanos y plantas creo comunidades sedentarias, se podría decir que la humanidad misma se condenso en grupos cuyas interacciones fueron a partir de entonces más frecuentes, aunque todavía poco reguladas. Finalmente, cuando estas comunidades intensificaron su producción agrícola de manera que los excedentes pudiesen ser guardados y redistribuidos (permitiendo por primera vez, una división del trabajo entre productores y consumidores de alimentos), la humanidad adquirió por vez primera el estado físico de un cristal, en el sentido que los gobiernos centrales pudieron desde entonces imponer una red simétrica de leyes y regulaciones a las poblaciones urbanas.
"Iberall fue tal vez el primero en visualizar las grandes transiciones de la historia – la transición de cazadores-recolectores a agricultores, y de agricultores a pobladores de asentamientos urbanos – no como un avance lineal en la escala del progreso sino como el cruce de umbrales críticos. Más específicamente, así como una sustancia química puede existir en varios estados distintos (sólido, liquido, o gaseoso) y puede cambiar de un estado estable a otro en puntos críticos de la intensidad de temperatura, así las sociedades humanas pueden ser vistas como un “material” capaz de sufrir cambios de estado en puntos críticos de la interacción social. Iberall nos invita a visualizar a los grupos de cazadores-recolectores como partículas de gas, en el sentido que tales grupos vivían distanciados unos de otros y solían interactuar raramente y de manera poco sistemática. Cuando la humanidad comenzó a cultivar cereales y la interacción entre seres humanos y plantas creo comunidades sedentarias, se podría decir que la humanidad misma se condenso en grupos cuyas interacciones fueron a partir de entonces más frecuentes, aunque todavía poco reguladas. Finalmente, cuando estas comunidades intensificaron su producción agrícola de manera que los excedentes pudiesen ser guardados y redistribuidos (permitiendo por primera vez, una división del trabajo entre productores y consumidores de alimentos), la humanidad adquirió por vez primera el estado físico de un cristal, en el sentido que los gobiernos centrales pudieron desde entonces imponer una red simétrica de leyes y regulaciones a las poblaciones urbanas.
Pese a que este cuadro
puede estar sobresimplificado contiene una indicación muy importante sobre la
naturaleza de la historia no lineal: si las distintas etapas de la historia humana
fueron realmente ocasionadas por transiciones críticas entonces no son
propiamente etapas, es decir, pasos progresivos en un desarrollo donde cada
paso dejaría atrás el anterior. Por el contrario, así como las fases gaseosas,
líquida y sólida del agua pueden coexistir, así cada nueva fase humana se
agrega a las anteriores, coexistiendo e interactuando con ellas sin dejarlas en
el pasado. Más aún, se podría decir, que así como un material dado puede
solidificarse en formas alternativas (hielo, copa de nieve, cristal, vidrio)
así la humanidad tendría distintas maneras condensarse o solidificarse. Los nómades
de las estepas (hunos, mongoles) no domesticaron plantas, sino animales
migratorios, y el estilo de vida pastoril consecuente les impuso la necesidad
de moverse con sus rebaños, como si ellos se hubiesen condensados no dentro de
sus recipientes, sino como un fluido móvil y por momentos turbulento. Cuando
estos mongoles adquirieron un estado sólido (como ocurrió durante el reinado de
Gengis Khan) la estructura resultante fue más parecida a un vidrio que a un
cristal, más amorfa, menos centralizada. En otras palabras, la historia humana
no sigue una línea recta que apunta hacia las sociedades urbanas como meta última. Por el contrario, en cada
transición hay estados estables alternativos, y se pueden dar coexistencias
complejas de estados.
Claro está que todo lo anterior puede ser una metáfora sugestiva. Uno de los propósitos de este libro consiste precisamente en remover dicho contenido metafórico. Pero además, incluso como metáforas de la evolución social, las imagenes de Arthur Iberall adolecen de otro incoveniente: el mundo material posee un rango más amplio de alternativas para la generación espontanea de estructura que las transiciones críticas mencionadas. Incluso las formas más simple de materia y energía poseen un potencial de autoorganización que va más allá del tipo relativamente sencillo implicado en la creación de cristales. Existen por ejemplo, estados estables que pueden sostener actividades cíclicas coherentes (periodicas o quasi-periodicas). Y a diferencia de los ejemplos donde la invocación no puede ocurrir, existe la combinatoria no lineal donde pueden ser generadas estructruras verdaderamente nuevas. Todas estas formas de generación espontánea de estructura en el mundo material sugieren que la materia inorgánica es mucho más variable y creativa de lo que imaginamos. Es por ello que que esta nueva visión de la creatividad inherente a la materia debería ser asimilada en toda su riqueza conceptual por una nueva filosofía materialista."
Claro está que todo lo anterior puede ser una metáfora sugestiva. Uno de los propósitos de este libro consiste precisamente en remover dicho contenido metafórico. Pero además, incluso como metáforas de la evolución social, las imagenes de Arthur Iberall adolecen de otro incoveniente: el mundo material posee un rango más amplio de alternativas para la generación espontanea de estructura que las transiciones críticas mencionadas. Incluso las formas más simple de materia y energía poseen un potencial de autoorganización que va más allá del tipo relativamente sencillo implicado en la creación de cristales. Existen por ejemplo, estados estables que pueden sostener actividades cíclicas coherentes (periodicas o quasi-periodicas). Y a diferencia de los ejemplos donde la invocación no puede ocurrir, existe la combinatoria no lineal donde pueden ser generadas estructruras verdaderamente nuevas. Todas estas formas de generación espontánea de estructura en el mundo material sugieren que la materia inorgánica es mucho más variable y creativa de lo que imaginamos. Es por ello que que esta nueva visión de la creatividad inherente a la materia debería ser asimilada en toda su riqueza conceptual por una nueva filosofía materialista."
En introducción "Mil Años de Historia no lineal" de Manuel DeLanda.
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