Desgraciadamente no recuerdo nada de lo que usted dice que
pasó esa noche, lo que si tengo en mente
es una desagradable sensación de vacío y de temor infinito, como si lenguas de
un fuego nocivo y devastador lamieran mis sienes afiebradas, como si sus bocas
dentudas que hoy me acusan resoplaran sobre mi frente.
Usted dice que esa noche los carniceros cantaron de casa en
casa y que nosotros avivamos sus lamentos arrojando sangre de pichones sobre
los tejados. Dice usted que después de medianoche prendimos fuego a maderos en
forma de cruces en frente de las casas de nuestros vecinos, que ahora se hallan
muertos y que celebramos satíricas bacanales cara en frente a los festines
sanguinarios que las fieras despedazaban a gusto.
Usted habla de maldades antiguas y ritos desconocidos, y me señala como portavoz de voces campanudas
que se elevaron de pozos desconocidos, me dice, con sus orejas encumbradas, que
fui yo quien levantó el garrote sobre ustedes y que merezco con creces los
suplicios que prepara junto a sus temibles amistades.
No recuerdo nada de lo que en su absurda lengua intenta
imputarme y lo invito a que investigue, en las casas devastadas, para que vea
el paso desproporcionado de sus compañeros.
Sus huellas lo delatan, señor, la sangre en su boca lo hiere
y su aliento acre lo confiesa.
¿Por qué intenta atravesar las barreras naturales de esta
tierra y se empina sobre sus dos patas traseras a imprecarme de este modo?
El demonio vive en usted y su sangre hierve de alevosía, por
lo que veo de sus intenciones bien ganada tiene su fama de hijo del averno.
Muera usted y su descendencia señor, pero jamás
tendrá de mi una confesión, acémila endiablada.
Mi sangre se derramará en este suelo inmundo y sus dientes destrozarán mis santas carnes, no satisfechos mancillaran a los más débiles y no quiero repetir en mi imaginación lo que harán a las jóvenes impúberes, pero en vuestra cara se lo digo mugriento señor de los bosques, mi magia desaparecerá y el hechizo que lo mantiene balbuceando acusaciones se hará humo y sus crines desalmadas volverán a recorrer los montes y no quedará nada de usted y su conciencia. Los hijos de estos hombres violentados los perseguirán hasta cazarlos y empalarlos frente a las tumbas de sus seres queridos.
Mi triunfo será mayor y de ustedes ya nadie temerá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario